Los niños cantores
A mediado de los años setenta escuché en la radio el tema de una banda emergente que tenía el extraño nombre de Sietecueros y sin saber porqué se quedó pegado en mi oído. El grupo crecería en popularidad pero al poco tiempo sus integrantes tomarían rumbos diversos e irían a formar otros grupos que marcaron con sello de hierro en acontecer musical venezolano de los setenta y los ochenta. Alberto Slezynger formaría un grupo histórico, Daiquirí, que por aquellos años vendió más de 300.000 copias de su álbum La Casa del Ritmo y que vería truncada su meteórica carrera por el fatal accidente que le costó la vida a Danilo Aponte, el extraordinario bajista de la banda, en 1988.. Evio di Marzo armaría su Adrenalina Caribe y rápidamente se ganaría un espacio en la juventud con su ritmo pop-latino-tropical que fue tan particular como el propio Evio. Y por su parte Giordano di Marzo se transformaría en Yordano, piedra angular de la exclusiva lista de solistas-compositores que marcarían a toda una generación de venezolanos y que crearían sin saberlo, un team incomparable en la historia musical de su país. Franco de Vita, Ilan Chester, Frank Quintero, Guillermo Carrasco, Colina, Carlos Mata, Guillermo Dávila, Aguilar, el propio Yordano y muchísimos otros, fueron éxito al mismo tiempo, coparon las radios de Venezuela con sus hits y dejaron obsoleta la ley del 1 por 1, creada para incentivar el surgimiento de nuevos talentos. Esta generación superó el 50% de exigencia y las radios y los fans disfrutaron de artistas que estaban allí, a la mano para verlos en cientos de shows y escucharlos en millones de los viejos discos de acetato que fueron objetos de culto y colección. Una época de oro que hasta hoy no tiene parangón, en la que también participaron actores de bajo perfíl público como Alejandro Blanco Uribe, el creador de talentos que supo aceptar a muchos de ellos tal como venían, sin quitar ni poner nada al concepto original, cosa extremadamente difícil dado el ego natural del productor, Fue una suma de cosas, gente y circunstancias, fue el aporte de los visionarios que pusieron dinero para que los jóvenes se lanzaran a la aventura de vivir de la música, de ser pioneros, creadores libres, exploradores de nuevos sonidos, nuevos estilos.
Yordano, Franco e Ilan fueron para mi en particular la base del aprendizaje en la industria de la música. Aprendí a escuchar, a valorar y a apreciar sin la camiseta del fan ni la opinión boluda de quien intenta parecer técnico sin serlo. Ellos me enseñaron, en largas conversaciones, en madrugadas de grabación arriba en la colina o en amenas cenas sin premura, con mucho cariño y con una voluntad de oro. Por razones profesionales seguí siendo cercano a Ilan y sobre todo a Franco, pero debo confesar que hasta hoy, a mis ya incontables años de vida, la música de Yordano me sigue emocionando como cuando escuché Otra Madrugada por primera vez.
Mi contacto con Franco es permanente, tal vez si pudiese conversar con Ilan recordaría nuestros encuentros, pero lo más probable es que Yordano jamás lograría recordar mi nombre ni mi rostro, sin embargo hoy se vinieron a mi memoria todas esas vivencias tan enriquecedoras cuando mi amigo Carlos Raiban escribió en su tweeter que el padre de Yordano murió hoy. Lloro contigo, amigo de alguna vez, maestro de las letras y las notas, mago en el cantar. Que la vida te ayude a creer que superaste lo que sin lugar a dudas, no es posible superar.