Monday, August 30, 2010

Los niños cantores

A mediado de los años setenta escuché en la radio el tema de una banda emergente que tenía el extraño nombre de Sietecueros y sin saber porqué se quedó pegado en mi oído. El grupo crecería en popularidad pero al poco tiempo sus integrantes tomarían rumbos diversos e irían a formar otros grupos que marcaron con sello de hierro en acontecer musical venezolano de los setenta y los ochenta.  Alberto Slezynger  formaría un grupo histórico, Daiquirí, que por aquellos años vendió más de 300.000 copias de su álbum La Casa del Ritmo y que vería truncada su meteórica carrera por el fatal accidente que le costó la vida a Danilo Aponte, el extraordinario bajista de la banda, en 1988.. Evio di Marzo armaría su Adrenalina Caribe y rápidamente se ganaría un espacio en la juventud con su ritmo pop-latino-tropical que fue tan particular como el propio Evio. Y por su parte Giordano di Marzo se transformaría en Yordano, piedra angular de la exclusiva lista de solistas-compositores que marcarían a toda una generación de venezolanos y que crearían sin saberlo, un team incomparable en la historia musical de su país. Franco de Vita, Ilan Chester, Frank Quintero, Guillermo Carrasco, Colina, Carlos Mata, Guillermo Dávila, Aguilar, el propio Yordano y muchísimos otros, fueron éxito al mismo tiempo, coparon las radios de Venezuela con sus hits y dejaron obsoleta la ley del 1 por 1, creada para incentivar el surgimiento de nuevos talentos. Esta generación superó el 50% de exigencia y las radios y los fans disfrutaron de artistas que estaban allí, a la mano para verlos en cientos de shows y escucharlos en millones de los viejos discos de acetato que fueron objetos de culto y colección. Una época de oro que hasta hoy no tiene parangón, en la que también participaron actores de bajo perfíl público como Alejandro Blanco Uribe, el creador de talentos que supo aceptar a muchos de ellos tal como venían, sin quitar ni poner nada al concepto original, cosa extremadamente difícil dado el ego natural del productor, Fue una suma de cosas, gente y circunstancias, fue el aporte de los visionarios que pusieron dinero para  que los jóvenes se lanzaran a la aventura de vivir de la música, de ser pioneros, creadores libres, exploradores de nuevos sonidos, nuevos estilos.
Yordano, Franco e Ilan fueron para mi en particular la base del aprendizaje en la industria de la música. Aprendí a escuchar, a valorar y a apreciar sin la camiseta del fan ni la opinión boluda de quien intenta parecer técnico sin serlo. Ellos me enseñaron, en largas conversaciones, en madrugadas de grabación arriba en la colina o en amenas cenas sin premura, con mucho cariño y con una voluntad de oro. Por razones profesionales seguí siendo cercano a Ilan y sobre todo a Franco, pero debo confesar que hasta hoy, a mis ya incontables años de vida, la música de Yordano me sigue emocionando como cuando escuché Otra Madrugada por primera vez.
Mi contacto con Franco es permanente, tal vez si pudiese conversar con Ilan recordaría nuestros encuentros, pero lo más probable es que Yordano jamás lograría recordar mi nombre ni mi rostro, sin embargo hoy se vinieron a mi memoria todas esas vivencias tan enriquecedoras cuando mi amigo Carlos Raiban escribió en su tweeter que el padre de Yordano murió hoy. Lloro contigo, amigo de alguna vez, maestro de las letras y las notas, mago en el cantar. Que la vida te ayude a creer que superaste lo que sin lugar a dudas, no es posible superar.  

Sunday, August 15, 2010

Canal 13: morir para ganar

Eleodoro Rodriguez fue un tremendo ejecutivo, pero por sobre eso, fue un viejo zorro. Traté en una oportunidad de vender a Canal 13 una producción hecha por un grupo de gente muy capáz y fui a ver a Alfredo Abba. Su respuesta fue lapidaria: imposible. ¿porqué? Sencillamente porque tengo 200 tipos a los que se les debería haber ocurrido esto antes que a ti. Si lo compro, Eleodoro me mata.
Todos los productores con una idea pre aprobada tenían que hacer programas piloto, focus group, presupuestos detallados y otros requisitos extremadamente exigentes, sin embargo le bastaba una hoja de cuaderno con un par de números y una conversación de 30 minutos con Gonzalo Bertrán para aprobarle un programa de varios millones de dólares. El olía el talento con la misma facilidad con que se manejaba con la iglesia y sus restricciones. Mandaba a sacar a la Raquel Argandoña por una declaración desafortunada sólo para sonreírle al Cardenal porque a los pocos días pondría al aire un programa que en otras circunstancias no habría pasado la censura.
Un joven Rodrigo Jordán le presentó en una oportunidad un proyecto de modernización que agradeció pero guardó en la última gaveta de su escritorio porque intuía que esa manera de gerenciar un canal perteneciente a la iglesia sería la ruina. Don Eleodoro tuvo la mala idea de morirse y Jordán tuvo la mala idea de creerse su propio cuento, lo que le costó a Canal 13 la mitad de sus ahorros y un conflico interno de proporciones. Jordán se fue a escalar cumbres y el 13 descendió a las profundidades de la desorientación.
Un canal que durante la dictadura navegó perfectamente en las aguas de la censura pues sus propias restricciones -las de la iglesia- lo hacían ser el más progresista de todos, el tuerto en el país de los ciegos, necesitaba un cambio que fuese un verdadero avance. El 13 se encuentra entonces con el hombre indicado, visado por la iglesia, hombre identificado con un medio amigo, el Mercurio, pez en el agua en el mercado de las agencias y por si fuera poco, inteligente. Kiko García asume y se encuentra con un Jaime Bellolio que se resiste a abandonar el plano ejecutivo, se le sienta en la falda, sube los pies al escritorio, le revuelve los papeles y da órdenes cuando él no está. Todo mal. El poder perdido le nubla la vista a un Bellolio que se considera amo y señor y que ve en García a un subalterno. Kiko gana la batalla con Bellolio y el hombre se va herido, con una pala en la mano derecha y un serrucho en la izquierda. Al poco andar comienza a cavar la trinchera y a aserruchar el piso bajo el escritorio de García. El canal no le importa a nadie. El poder sí.
El Kiko se trae a Verónica Saquel y arregla un área dramática que tenía un hoyo del porte del edificio, ingresa al 13 en la era de los realities, acaba con los privilegios de los rostros obsoletos y potencia nuevos, como Sergio Lagos, saca a la vieja plana de ejecutivos-caciques, le da rienda a Juan Pablo González, abre el área de nuevos negocios y aún ganándose el distanciamiento con Kreutzberger por no aceptar que su hija conduzca Viña del Mar, comienza a hacer caja, algo que estaba olvidado en el 13.    
Pero la pugna interna que baja desde la Catedral, pasa por Alameda con Portugal y se mete por las cloacas de Inés Matte Urrejola termina por sacar a García contra toda lógica y pone en puestos de privilegio a personajes que se olvidaron el mismo día en que asumieron. La venta de Canal 13, que ya había sido encargada a Kiko García, pasa de ser una posibilidad a ser la urgencia desesperada en la batalla por la supervivencia. ¿cómo hacer para que este canal produzca dinero? haciéndolo más progresista en el contenido ¿es posible? definitivamente no, porque la iglesia y la UDI no dejarán que ello ocurra. Pero la iglesia no quiere perder el poder totalmente. Sabe que Canal 13 en otras manos puede producir fortunas, por lo que no quiere soltar la teta totalmente e inventa la fórmula mágica: vendérselo a un amigo y seguir ganando la misma cantidad de dinero o más, con un porcentaje accionario que sea lo suficientemente bajo como para decir "yo no fui" cuando aparezca el primer gay de uñas pintadas conduciendo teletrece o una bataclana mostrando pechugas en un estelar que hable del matrimonio homosexual.
Entonces traen a Andrónico, quien acepta encantado. Cuando le dicen el precio Andrónico replica horrorizado que será amigo pero de pelotudo no tiene un pelo. Hay que bajarle el precio y luego vender. Esa es la táctica, pero el movimiento tiene que ser sutíl, no se puede originar en la dirección ejecutiva, por lo que hay que buscar el elemento indicado, álguien que se crea el cuento como Jordán y que sea una verdadera máquina de destrucción masiva. Se miran las caras y sonríen satisfechos pues saben que el kamikaze está al interior del canal. Ha hecho veinte cosas que tienen la apariencia de ser exitosas, pero ha perdido fortunas con la facilidad con que Bellolio se cambia de terno y el Cardenal se hace el de las chacras.
Vasco Moulian en la gerencia de programación destruye lo poco que quedaba mientras se limpia el sucio de las uñas. Mantiene una alta sintonía a punta de Simpson, Salas, Legrand y Kramer. Se pavonea en el festival de Viña con una credencial que tiene la foto de Homero en vez de la suya y los empleados del canal le sacan la madre a sus espaldas porque saben que terminado el festival 400 de ellos se irán para la casa en 24 horas a costa de un delirante que no ha creado ni un ápice de valor, ni un solo contenido que valga la pena, ni un programa que pueda tener trascendencia. El canal entra en un espiral de caída violenta. El Vasco no tiene visión suficiente para darse cuenta de que lo han utilizado para disparar a los pies del canal y sigue explicando ufano que la programación flexible es lo más grande después de la penicilina. La alta genrencia espera que el valor del canal llegue a la temperatura adecuada para cocinar el negocio. Nadie esperó con tantas ansias caer hasta el cuarto lugar.
El resto es conocido. Larraín llora en pantalla porque la UDI pierde su medio preferente de expresión, el Vasco Moulian es historia, el Cardenal hace mutis por el foro, Bellolio sonríe en la sombra y Andrónico se trae un ejecutivo del enemigo para pavimentar su aterrizaje, en una muestra de que una nueva historia comienza.
Canal 13 llegó al llegadero.